martes, 9 de noviembre de 2021

¿Puedo volar?

Mira, si muevo las manos muy rápido a lo mejor vuelo. Casi, me falta muy poco para hacerlo, lo intentaré otra vez, moveré los brazos mejor. Quiero ser un águila para verlo todo desde el cielo. ¿Yo puedo volar, papá? ¿Por qué las personas no podemos volar?

Ese es el tema estrella de estos últimos días: volar. Está empeñado en eso. No le puedo negar, que verlo todo desde lo más alto tiene que ser interesante. Visualizar la vida desde otro prisma tiene que tener sus ventajas, aunque también sus inconvenientes. Es evidente que, con cuatro años, querrá volar por otros motivos, actualmente parece que ser un águila es el principal, pero el resto, con exactitud, no sé cuáles serán. Seguro que con su inocencia e inquietud son muy diferentes al que un adulto puede tener. Y es que volar tiene que ser maravilloso.

De lo que él no es consciente aún es que realmente lleva cuatro años volando. Vuela sobre nosotros con su sonrisa y sus interesantes conversaciones, que por cierto son cada vez más sensatas y fundamentadas. Tiene la virtud de volar con los pies en la tierra. Crece y madura al ritmo que debe ser y, sin que sus brazos se muevan todo lo rápido que tiene que ser para volar, cada día nos enseña algo nuevo visto desde otra perspectiva. También vuela al cuidado de su hermana. La mima, juegan y se divierten juntos. Son inseparables y se van conociendo a la perfección.

Va creciendo. Parece que fue ayer cuando le cambiábamos los pañales y ahora ya va solo al baño. Recuerdo de cerca cuando dormía a nuestro lado y sin embargo ahora le tenemos a veinte pasos. De jugar con mordedores a montar sus historias con los Playmobil. De pasearle en el carro a caminar agarrado de él mientras su hermana no le pierde de vista. No me cansaré de repetirlo, pero que difícil es para un padre asumir el paso del tiempo, aunque si este se disfruta es cierto que la pena es menor.

Lo que él aún no sabe, pero nosotros sí, es que volará alto. Sin necesidad de mover rápido los brazos llegará donde quiera llegar. Lo percibimos así. La tenacidad y el esfuerzo que ya muestra serán las alas para convertirse en una gran persona. Su nobleza e inteligencia también serán sus grandes aliados. No los abandones, trátalos con cariño y te reportarán grandes beneficios. Mientras tanto, permanece tranquilo, que ante cualquier desviación del camino tus padres te ayudarán. Y es que volar, en ocasiones, puede ser igual a soñar. Así que sigue soñando o volando, lo que prefieras, pero continúa alegrándonos los días, llenando de vitaminas nuestro cuerpo, contagiando alegría, cantando a tu manera, disfrutando a tu estilo, dibujando sonrisas y, lo más importante, cautivando nuestras vidas.

Felicidades Alberto.

Cuack




jueves, 23 de septiembre de 2021

Mi terremoto

Cuenta tu corta y bonita historia, que hoy se cumple un año de aquel frenético día. Comenzaba con una frase que jamás olvidaré. Era temprano, tu madre me llamó, me miró y me dijo: creo que ya está aquí. El día, alimentado por suspiros, se llenó de momentos inolvidables, de nerviosismo circunstancial y de cierta incertidumbre. Menos mal que ya apareciste. En el recuerdo de aquel alegre día quedará la inesperada, aunque obligada, soledad. Todo a consecuencia del momento que vivíamos y de ese maldito bicho.

Sin darnos cuenta ya tienes un añito de vida. Has crecido con la expresión de las miradas y el anhelo de las sonrisas que una tela azul nos tapaba. Desde el día que naciste supimos que volveríamos a disfrutar de la maternidad, paternidad y de todo lo que ello conlleva. Volverían los sacrificios, las horas sin dormir, multitud de pañales por cambiar, biberones que rellenar e infinidad de mimos por dar. Eso sí, todo ello compensado con una perpetua sonrisa. Las primeras semanas parecías tranquila, demasiado a nuestro pensar, pero pronto esa tranquilidad se transformó en actividad. Todo cambio cuando comenzaste a escuchar una voz cómplice que a día de hoy sigues escuchando con atención. Ya se presagiaba. Los más divertido estaba por llegar.  

He de contarte que juegas con ventaja. Tienes la suerte de tener un hermano mayor. El mejor hermano que puedes tener. Irene, quizás ahora no lo sepas, pero te darás cuenta que te acompaña una estrella. Lo sientes y, sabiendo que él está por allí, solo quieres estar cerca suya. Tu rostro se transforma cuando lo ves. Te cuida y te hace reír y aunque en alguna ocasión puede parecer que te agobia con abrazos y besos tienes que entender que son muestras de cariño. Él, que cariñosamente te llama “terremoto”, nunca caminó solo. Sus dos brazos siempre tenían donde agarrarse, al igual que tú, pero en tu caso cuentas con un apoyo más. Ahora, que ya comienzas a dar tus primeros pasos lo estas comprobando. Hija, difícilmente te caerás.

Ha sido un gran primer año. En todo este tiempo, cualquier segundo a vuestro lado ha sido emocionante. Veros jugar y reír juntos paraliza las agujas del reloj y os aseguro que no hay nada mejor que hacer que acompañaros a vuestro lado. Compartes el mismo don que tienen tu madre y hermano y es que, al igual que ellos, repartes alegría allá por donde quieras que vas.  Tus contagiosas carcajadas levantan los ánimos de los peores días. Transmites la vitalidad necesaria para día a día seguir adelante por un objetivo. Tu inagotable actividad cansa al más fuerte. La luz que tu mirada proyecta cuando nos ves llegar brilla como el sol de la mañana y la dulzura con la que el sueño te rinde nos hace creer que el día va a terminar.

Vas creciendo, y aunque a veces pienso que llegaste a un mundo difícil de entender donde a veces la realidad es difícil de creer sé que serás capaz de progresar con la personalidad que ya muestras. De todas formas, aquí estaremos a tu lado. Pero ahora, es época de jugar, aprender y divertirse. El resto ya vendrá. Disfruta de este gran día y a por muchísimos más. Felicidades Irene.

Cuack




 

jueves, 10 de junio de 2021

La difícil tarea de asumir

No es fácil, nadie dijo que lo fuera. El paso del tiempo es el enemigo de la vida pero también puede ser el aliado perfecto del disfrute de la misma. Crecer y envejecer,  madurar y ayudar o comprender y enseñar. Hace más de tres años que mi vida volvió a cambiar. Llegó otro rol, otra responsabilidad. Hasta entonces, era hijo, hermano, amigo y marido. Ahora le añado la más bonita de todas: ser padre. 

Cuando eres hijo intentas aprender todo lo posible de tus padres. Te dejas guiar por ellos y aprendes todo aquello que con cariño te enseñan. Son nuestros referentes, nuestros ángeles. Les debes todo a ellos. Cuando eres hermano comienza a nacer en ti el sentido de la protección. Ya existe una persona que te requiere y que se fijará en ti hagas lo que hagas. Sabes que ya no estarás solo, que podrás compartir vivencias y situaciones únicas. Podrás educar y aprender a su lado.  Llegan los amigos y es entonces cuando comienzas a valorar la palabra amistad y todo lo que a ella le rodea. La sinceridad, diversión, confianza y solidaridad son algunas de las características que unen a los amigos. Por suerte, puedo seguir contando con ellos. Vas creciendo y madurando (o eso crees) y es entonces, de repente,  cuando comienza otra etapa. Conoces a la persona que te acompañará a tu lado, que te aporta equilibrio, que te protege con sus abrazos, que te valora, que te escucha, que te auxilia, que te tranquiliza y, lo más importante de todo, que te quiere. Un “si quiero” lleno de alegría y una constante sonrisa que llego para ser eterna. Llega la época en la que el sendero de tu vida comienza a hacerse más ancho. Ya no viajas solo.

Y, en medio de esta última, llega la más difícil de todas: ser padre. La más apasionante e incierta a la vez que bonita y sacrificada. Es sin duda la más motivadora de todas. La que amanece con un beso y una sonrisa y la que a veces desespera a lo largo de la noche. Pero da igual. Toda sonrisa devuelta sin motivo lo cura todo. La responsabilidad de ser padre me apasiona, no lo voy a negar. Es combinar la protección y el cuidado con la disciplina y educación. Amo ser padre de dos preciosas criaturas que me alegran la vida. Por muy inclinado que este el día ahí están ellos para enderezarlos. Por muy cansado que esté ahí están ellos para doblegar el cansancio. Pero repito, da igual. Es su inocencia, su dulzura, sus conversaciones y su lógica la que te motiva cada mañana.

Pero también es la etapa más difícil de asumir y por ello hay que disfrutarla cada segundo. El tiempo  pasa y a veces, por nuestras reacciones, convicciones o actitudes, no nos damos cuenta de ello. A veces prestamos más atención a otras situaciones de la vida. Nos importan más otros aspectos secundarios y centramos  nuestras energías en factores que no recompensan. A cada una, démosle el tiempo necesario y en su justa medida. A nuestros hijos, toda la atención y tiempo que necesiten.

Cuack!