Educación, sanidad, fomento…todos
estos ministerios y otros más están sufriendo el efecto de los recortes. El
resultado de malas gestiones anteriores en otros aspectos de la economía, y
cuando digo anteriores hay que remontarse casi veinte años atrás, hace que
valores básicos del estadio del bienestar se vean afectados por esta palabra de
moda. Una palabra que está tomando la costumbre de dañar más que beneficiar.
Recortar cualquier instrumento o cosa no tiene porque producir un mal, pero por
desgracia para muchos, ese es el camino
que está adoptando este verbo. Una buena práctica del recorte para la buena
gestión de los activos y pasivos de nuestro sistema puede llegar a provocar el
buen funcionamiento del mismo.
Sabemos, por los discursos de los
expertos y por los discursos políticos, que no hay, es decir, que no estamos en
una época de bonanza en la que podamos presumir de tener liquidez y solvencia.
Además, esto nos está llevando a una rentabilidad del país un poco sospechosa.
Por un momento, cualquier español coherente, que hay muchos, sabe que si no hay
para gastar es incluso normal utilizar el verbo recortar, pero lo que este
español coherente también sabe es que sí se debe utilizar el recorte debería
utilizarse para aquello que realmente sobra y que habría que eliminar. Un
apartado importante que debería sufrir recortes y que tras varios años de
gestión no lo sufren es todo aquello lo relacionado con los partidos políticos.
Cada día salen más noticias relacionadas con ellos y el odio y descontento
generalizado cada vez es mayor. Todos nos planteamos el origen de la
financiación de los partidos o las distintas exenciones y subvenciones que
reciben. Mención aparte merece los privilegios que a sus miembros se les
otorgan. Inadecuadas dietas por desplazamientos, estratosféricas retribuciones,
suprimibles gastos de representación y un sinfín de atribuciones que por las
gestiones que hacen deberían de ser recortadas. Incoherencias como que un
alcalde de una pequeña localidad cobre más que el presidente del gobierno o que
cualquier miembro de una diputación provincial goce del asesoramiento de
cuantiosos asesores elegidos a dedo, hacen que el clamor popular por este tipo
de práctica sea cada vez más elevado.
Todo este tipo de gestiones, que
tienen el agravante de estar recogidos en la ley de partidos políticos, está
siendo reprochadas por un amplio sector de españoles cualificados que han
elaborado un manifiesto en contra de la ley de partidos. Este
manifiesto tiene cuatro promotores: Elisa de la Nuez (licenciada en Derecho),
Cesa Molinas (Matemático y Doctor en Economía), Carles Casajuana (Diplomático y
escritor) y Luis Garciano (Catedrático en Economía y Estrategia en los
departamentos de Administración). Todos ellos, con el apoyo de financieros, filósofos,
periodistas, arquitectos, historiadores y sociólogos entre otros, han elaborado
un manifiesto para modificar la nueva ley de partidos. Son
muchos los aspectos que proponen, tales como la asiduidad de celebración de los
congresos, elección de candidatos, constitución de comisiones indepedendientes
o la composición en el congreso. Ya lleva más de 15.000 firmas recogidas en
menos de dos semanas y la lectura del manifiesto es bastante interesante. Es
hora de que la tijera que está recortando necesidades básicas de los españoles
recorte los privilegios de los causantes de esta crisis.
Cuack!
Fuente: POR UNA NUEVA LEY DE PARTIDOS
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